16 marzo 2011

las señoras con arrugas también follan

Hojeando el suplemento dominical del periódico, Olga se topa con la sección de Ideas de Belleza y ve ¡dos dildos, dos! No da crédito a sus ojos hasta que, fijándose en la letra y no en las ilustraciones, descubre que el dildo a es en realidad un tratamiento localizado que rellena las arrugas y combate la flacidez envasado, precisamente, dentro de un recipiente metalizado de forma claramente fálica, y el dildo b es, sí, otro tratamiento antiarrugas que se presenta en formato sospechosamente similar. Piensa Olga entonces en la máscara de pestañas que ella usa, y que también recuerda a lo que recuerda, porque el capuchón es cilíndrico y de punta redondeada, no roma como antaño, y el envase es claramente más grande y más ancho que el de su antiguo rímel, cambio al que Olga no le ve ninguna utilidad práctica teniendo en cuenta que el cepillo de aplicación no ha cambiado de tamaño y que, siendo su neceser de maquillaje más bien mínimo, para poder llevarlo en el bolso sin problemas de espacio o peso, siempre agradece los
productos que se presentan en formato pequeño. E inevitablemente piensa en la clásica
barra de labios de toda la vida, cuyo mecanismo siempre le ha recordado al de una erección. Y s
e pregunta :¿el envase de los antiarrugas me sugiere que si rejuvenezco voy a tener más vida sexual, o más bien me permite comprarme
un consolador sin tener que arriesgarme a entrar en un sex shop y que me vean y que luego los conocidos lo comenten?

Olga concluye que los diseñadores de productos cosméticos pasan por alto una verdad como un templo pero que la gente tiende a olvidar: las señoras con arrugas también follan.

Lo verdadero es un momento de lo falso de Lucía Etxebarría

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