30 junio 2012



Y así siguieron largo rato, abrazados, sintiendo la suavidad del otro, el sentimiento dulce del cariño, de la amistad, del amor que no espera nada porque solo el sentimiento es suficiente. «Si fuéramos capaces de amar así en el mundo real, de tener tal humanidad, todo sería muy diferente», pensó Carmesina sin dejar de acariciar a su gatito.

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